¡Vaya mierda la de las nuevas medidas de
ajustes, impuestos y demás del 26 de abril, don Gobierno dela Nación! ¿Para eso
tanto anuncio, tanta expectación, tanta esperanza? Déjenos que le digamos una
cosa, don Gobierno de la Nación! ¡Nos tiene usted hartos! ¡Ha colmado nuestra
paciencia más allá de cualquier límite de la prudencia y la tolerancia! ¿Hasta
cuándo vamos a seguir así? ¿Cuándo va a actuar con valentía de una puñetera
vez, escuchando lo que es un clamor público? ¿A qué espera para recortar lo
poco que queda de la sanidad, las pensiones, la investigación, la enseñanza y
la cultura? ¿A qué, el subirnos los
impuestos de todo, que es lo que las circunstancias exigen?
Porque, don Gobierno de la Nación: usted nos
conoce de sobras. Y, además, sabe cómo están las cosas. Las autonomías
necesitan pasta para mantener sus presidentes, vicepresidentes, directores
generales, administrativos de alto rango, fondos de representación, asesores,
familiares, vecinos del piso de arriba, vecinos del piso de abajo, e3nchufes
para las amigas entrañables y los hijos de o con las amigas entrañables, automóviles
oficiales, viajes, banquetes y pitanzas, que son las gabelas de su trabajo. Y,
además, las diputaciones. Y, encima, los bancos. Sin olvidarnos de los
ayuntamientos. Y, menos, naturalmente, de la administración central. Y la pasta
para los partidos. Y la pasta para los sindicatos.
Para mantener viva la sociedad capitalista a la
que tanto queremos y a la que tanto debemos y que con tanto entusiasmo
alabamos, hace falta money. Y el money sólo sale de nuestros recortes y
nuestros impuestos. ¡Recorte del todo! ¡Súbanoslo todo ya, don Gobierno de la
Nación! ¡Déjese de esas ridiculeces del 21 por ciento del IVA! ¡Póngalo al 50!
¡Y multiplique todos los demás! ¡Los de los combustibles, los de las bebidas
alcohólicas, los de las bebidas "sin"! ¡Impuestos a los que tienen
bienes inmuebles e impuestos a los que no los tienen, a ver si aprenden a
tenerlos! ¡Impuestos por salir e impuestos por quedarse en casa! ¡Lo que sea!…
Pero, señor nuestro: si no actúa de una vez, la catástrofe está servida.
Es preciso que actúe. ¡Tijera a los bestia!
¡Suba los gravémenes! ¡ Súbalo todo! ¡No ahorre de partida alguna! Porque como
desaparezcan los privilegiados, el sistema de los ricos se nos hunde. Y el
sistema de los ricos, es nuestro orgullo, el orgullo de nosotros, los pobres,
que tanto gozamos viéndoles representándonos en sus yates, esquiando en
Baqueira Beret, viendo la pulsera de Corinna luciendo el palmito en
"¡Hola!". Nosotros, el pueblo soberano, desde nuestra enorme
humildad, don Gobierno de la Nación, le quedaremos eternamente agradecidos.
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