SAN AGUSTÍN
El que antes de ser
ornado con el aro de la santidad por la Iglesia Católica sobre preclara cabeza
era conocido como Agustín de Hipona fue un teólogo y filósofo (354 - 430). Tras
adentrarse en el neoplatonismo, se convirtió al cristianismo en el 387. Llegó a
obispo de Hipona en el 395. Nos ha dejado obras tan preclaras como
Confesiones, su autobiografía
juvenil, y La Ciudad de Dios (Civitas Dei, en ese latín que la ley
Wert no ha recuperado.)
Una publicación tan perniciosa como la
revista Karma decía a propósito de
él: "San Agustín, padre de la teología católica, tuvo como concubina,
entre otras muchas, a una niña de 10 años"[1].
Cierto es, queridos muchachos, que sus tiempos
no eran los nuestros y que San Agustín, posteriormente se arrepintió de los que
fueron sus pecados. Y que debéis olvidar lo que burlonamente propagan sobre él
las lenguas viperinas atribuyéndole el refrán español, que tras arrepentirse,
murmuró para su capote: "Que me
quiten lo bailao". Y es vuestra obligación, estudiantes amados, absteneros
de generalizar a partir de ahí vienen las inclinaciones y derivas de ciertos
pastores hacia la pederastia, como insinúa tanto réprobo disfrazado de
aconfesional.
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